Cuando empecé a “crear” diseños solía escuchar que me halagaban el estilo o bien me hacían comentarios en plan lo mucho que ‘se parecía’ tal o cual aplicación al estilo de alguien más y claro, en ese momento me llevó a pensar que “copiaba” a otros diseñadores o artistas. Esto me hacía sentir fatal, ya que siempre dedicaba horas a los encargos que me realizaban y me enfocaba en trabajar cada aspecto de un diseño desde diferentes ángulos, analizando a la competencia de mi cliente y buscando referencias que me permitieran guiarme pero que no me ‘impusieran’ una línea estética para asegurarme que el diseño que realizara fuera distintivo y funcional, priorizando la idea y el mensaje que quería transmitir el creador del proyecto (es decir, mi cliente)…
Años más tarde me volvió a suceder lo mismo cuando empecé a mostrar mis ilustraciones de Tutstitat, otra vez me encontré en ese punto de las benditas referencias que parecían ser lo que más destacaba en mis obras.
Entonces empecé a observar todo lo que había creado hasta el momento y entendí que con los años de trabajo y el conjunto de diseños y obras realizadas, empezaban haber puntos en común que ya delineaban un estilo particular en mis creaciones. Así fueran diseños para clientes o ilustraciones mis trabajos tenían ya una firma característica, y la gente empezaba a identificarlos. Lo que llamamos estilo propio, se podía entrever en el conjunto.

Pero entonces, ¿Qué es el estilo?
El estilo es algo que llevamos en cada creación que plasmamos, y que nos atraviesa a la hora de materializar estéticamente una obra, un diseño, una pieza, un escrito, una forma de comunicar. Para poder empezar a dilucidar que influye en nuestro estilo es interesante preguntarnos “Cómo Creamos” o bien qué nos despierta o nos llama a crear. Hay muchos factores que pueden influir cuando elaboramos una obra ya que se ve condicionada por el contexto, el entorno, la historia, todo el bagaje cultural con el que llegamos a ese punto de partida para comenzar a realizarla, el lenguaje, y a su vez la forma en la que interactuamos con el fin o mensaje que deseamos transmitir.
Sin embargo el estilo no siempre es consciente o intencional, puede suceder que también se construya a través del inconsciente y de una forma más intuitiva, lo cual nos llevaría a poder realizar el trabajo inverso para identificar que condiciona y compone un estilo determinado.
El estilo es el impulso estético que se halla cristalizado en su forma más pura
Johan Huizinga (Homoludens)
¿Cómo podemos identificarlo?
Podemos ver manifestaciones de estilo en un sistema de creaciones (un conjunto de imágenes, relatos, moda, etc): las constantes y variables que podamos observar en ellas nos arrojarán un puñado de elementos que podamos relacionar y cuando veamos una pieza suelta nuestra mente la asociará al conjunto con más facilidad.
Algunos ejemplos donde podemos observar patrones en común:
Haruki Murakami escribe sus libros con realismo mágico, cotedianeidad, la forma de darle contexto sonoro a sus obras con temas de Jazz y Blues que suenan tras las escenas que nos relata.
Amy Winehouse cantaba soul, jazz y ska con un registro muy particular en sus canciones. Además su forma de vestir, peinarse, los tatuajes, que ya entraría dentro de lo que es la “moda” (otro tipo de estilo).
Frida Kahlo pasó por distintos períodos de exploración (realismo mágico, surrealismo, arte moderno, etc) y donde sus obras en su mayoría relataban una historia autobiográfica con autoretratos. Al ver el conjunto de su obra podemos identificar un tipo de trazo y colores (rojo, blanco, amarillo, azul) que se repetían y delineaban su estilo.
¿En qué se diferencian el estilo y la identidad de marca?
En el Taller de Mooboard e Inspiración hablamos sobre la diferencia entre estilo e identidad de marca, puedes ver el taller gratuito aquí. Igualmente para hacer un refresh, la identidad de marca (branding) nos permite definir de que forma vamos a encauzar un proyecto hacia un propósito (un fin objetivo) y cuáles serán las reglas y delimitaciones que nos permitirán comunicarlo de manera efectiva. El estilo nos permite trabajar en la búsqueda de recursos y elementos para poder crear ese canal de comunicación y definirlo en los 5 sentidos si así lo deseáramos dentro del contexto de nuestro proyecto.
Para esto es interesante poder trabajarnos un buen Mooboard que nos permita hallar cuáles serán los elementos que formarán parte de nuestro universo visual (y perceptivo) en nuestros proyectos.
Preguntarnos: ¿Qué nos inspira? ¿Qué abarca este tema central sobre el cual orbita nuestro proyecto?¿Qué significa para nosotres?
Entonces llegamos a la pregunta clave:
¿Cómo hacemos para construir un estilo propio?
Pues, en mi opinión, debemos hacer consciente este proceso de poder identificar que es lo que buscamos con nuestro proyecto, cuáles son nuestros referentes, identificar los valores que nos rigen y nuestras creencias, que nos influencia: música, literatura, cine… y desde este despiece cognitivo de nosotr@s mism@s, trabajar en la construcción de un universo simbólico. En resumidas cuentas: tomarnos el tiempo para conocernos a nosotr@s mism@s y a partir de este punto vincularlo con el propósito y visión del proyecto que estemos emprendiendo.
Hacernos las preguntas correctas en este punto es clave, así como hacer síntesis de lo que deseamos que sea el eje central de lo que deseamos comunicar. El estilo puede nacer también de las fusiones más extrañas de intereses, por eso no descartemos nada, ya que puede ser que lo más insólito termine siendo clave a la hora de plasmar nuestras creaciones.
Entre las técnicas y herramientas para trabajar un estilo propio recomiendo comenzar por hacer una lluvia de ideas bien completa y luego trabajar en una bajada visual con Moodboards y tableros de inspiración.